Templo de una sola nave y ábside cuadrangular cubiertos con bóveda de crucería de madera. Se accede al interior a través de una portada dovelada en arco de medio punto protegida por un pórtico con estructura de hormigón. Conserva restos románicos y góticos intercalados en la fábrica de mampostería de los muros exteriores. A falta de documentos escritos, los restos que aún conserva la iglesia actual -una sencilla ventana flanqueada por columnillas y diversas piedras talladas incrustadas en los muros, permiten afirmar que en la anteiglesia de Bolibar-Ugazua hubo en tiempos remotos una ermita románica. El largo silencio de varios siglos sólo se rompe con las noticias que nos suministran los Libros Parroquiales. Por ellos sabemos que en 1634 el visitador del Obispado de Calahorra ordenó construir un claustro o pórtico que permitiera guarecerse de las inclemencias del tiempo. En 1750 se abonaron al cantero de Eskoriatza, Joseph de Echaniz, 55 reales y medio por la pila de agua bendita. Este cantero intervino también en la reedificación de la casa cural en el año 1754. El Obispo de Calahorra y La Calzada, D. Andrés de Porras, en Visita Pastoral efectuada en 1762, autorizó la construcción del "ochavo y retablo mayor", y es en 1765 cuando se pagan al maestro de obras Francisco de Echanobe cien reales "por la traza y condiciones que firmó para la construcción del ochavo y la sacristía". En el bienio 1767-1768 aparece anotado en el libro de cuentas un gasto de 161 reales y 17 maravedíes por "aforrar y jarrear con hieso y mortero dicha bobera y reforzar la vieja". Ello parece indicar que por estas fechas se construyó una bóveda nueva de madera sobre el presbiterio y se reforzaron las anteriormente existentes en el resto de la nave. Intervinieron en estas obras el cantero Antonio de Landa y el maestro carpintero Juan de Zubia, utilizando madera de roble traída de Elgea, piedra de la cantera de Saiturri y clavazón de Oñati. Las tres bóvedas tienen el mismo diseño, de terceletes de nueve claves enriquecidos con pies de gallo en el sentido del eje y con ligaduras en el transversal. Pero, pese a que la reedificación tuvo una obvia intencionalidad mimética se perciben diferencias técnicas y estilísticas en el trabajo de los carpinteros de ambas épocas. El criterio de distinción más evidente se aprecia en las claves, pues las barrocas son de florones carnosos y las renacentistas de gallones cóncavos denominados "cuchares". En la estructura superior las diferencias se multiplican, pues mientras el tramo antiguo se cuaja a tablajunta y presenta en el trasdós cazoletas para que se asiente el revestimiento de argamasa, en las bóvedas de factura barroca las tablas se ensamblan a media madera y aparecen simplemente picadas a azuela para facilitar el revoco.
OBRAS SUBVENCIONADAS
Consolidación de los cuatro arcos de la torre y reparaciones en las cubiertas de la iglesia y el pórtico.
IMPORTE DE LA SUBVENCIÓN
Plan 1984: 500.000 ptas.
Plan 2002: 46.200 €
Plan 2004: 18.000 €